Article d’opinió d’Òscar Ramírez Dolcet
Parece que vamos encaminados a unas épocas grises durante las cuales el mundo, y cada colectivo, descubrirá cómo es realmente y qué utilidad tiene en este espacio temporal que habitamos. Generalizando, la juventud ya ha demostrado vivir de espaldas al resto de la humanidad emborrachándose por las playas precisamente ahora que se les pide cordura. La clase política sigue haciendo un calvo a quienes les han votado, como antes de la pandemia, pero ahora con el agravante de dar permiso a las eléctricas para sangrar a todo el personal multiplicando los precios de los recibos de luz y gas, el ticket de la gasolina o cualquier otro baremo que nos ate al consumo y traiga nuestro empobrecimiento. Los gobernantes ya no quieren clases medias en sus países.

foto de Mohamed Mashally, el doctor de los pobres.
El sistema sanitario ha cambiado obligado por el sistema general, alejándose del usuario que ahora encuentra las puertas cerradas de los centros de asistencia médica y solo puede hablar con su doctora o doctor por teléfono si hay suerte. Los profesores serán el siguiente rebaño funcionarial que reventará ante las medidas actuales, las horas de más, los medios de menos y las respuestas no contestadas por el gobierno. Ante todo este panorama caótico y enfermizo, no hay atisbo de bondad ni mejora en ninguna dirección, aunque el mundo nos vaya dejando ciertas noticias importantes que los medios generalistas no publican.
Las televisiones, los periódicos, las radios, y también las miniredacciones online montadas en casas particulares desde que se dio via libre a crear un medio digital por persona en pro de la calidad de la profesión, no hablan de la gente que realmente mueve este mundo, de las personas que le dan grandeza con sus pequeños grandes actos. Así, aquello más bello y noticiable pasa desapercibido para este bloque de profesionales, cada vez menos profesionales y más carroñeros, que imponen su criterio comprado como cuando las propagandas de los partidos o líderes dictatoriales.
El ejemplo que nos ocupa: Pasó sin más, la muerte de Mohamed Mashally. Sí, ustedes se preguntarán quien demonios es este personaje. Y ahí, si me permiten, les doy cuentas de todo.

Mohamed caminaba cada dia desde su casa a la consulta. Jamás tuvo un coche.
Este hombrecillo egipcio nacido en Egipto en 1944, doctor en medicina, dedicó toda su vida a la gente sin recursos y de ahí que se le conociera como “El médico de los pobres”. Su padre destinó todos sus esfuerzos para conseguir que estudiará la carrera y Mohamed se lo agradeció decidiendo dedicarse a los más desvalidos. Durante más de 50 años se consagró a visitar a los pobres de las calles egipcias, sin preguntar si eran árabes, cristianos o coptos. Lo hacía gratuitamente en su modesta clínica y, en las ocasiones que el paciente lo requería por su extrema pobreza, Mohamed le daba además un poco de dinero de su bolsillo para que se comprase medicamentos.
Decenas de pacientes hacían cola cada día en aquel espacio donde atendía que ser curados. Él, incansable, trabajaba diariamente 10 horas para curar a cuantos más mejor. Jamás tuvo un coche, aun menos un teléfono, caminaba de su casa a la clínica a pie hasta sus últimos días.
Una vez, un jeque del Golfo le regaló 20.000 dólares y un coche para moverse. Al poco tiempo, el rico árabe supo que Mohamed había vendido el coche para conseguir más dinero que, junto a la de la donación, había servido para curar a más pobres.

Mohamed recibió decenas de distinciones por su labor de atención a los pobres que jamás abandonó.
No importa demasiado saber cuanto hace que falleció Mohamed Mashally, si fue hace pocos días o unas semanas. Es necesario traer a la luz su caso y su historia para darle a este mundo el toque de humanidad que le falta. Mohamed es el ejemplo más claro de la bondad que los hombres podemos llegar a tener. ¿por qué dejamos que nos colapsen la mente con la porquería que los medios nos imponen por orden de sus dueños? ¿por qué no ponemos freno de una vez a esta mortandad psicoeomocional a la que nos han sometido estos últimos tiempos? ¿por qué no empezamos a sacrificar a aquellas partes de la sociedad que la están pudriendo sin cesar?
Dejemos entrar el aire, que salga el hedor y otro mundo nos llene de posibilidades. Seamos más Mashally y menos turba social.