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Fragmento de “La Mesías” con Carmen Machi. Foto: El País.

 

Artículo de opinión de Gustavo Pérez Trujillo

La primera reacción al ver “La Mesías” fue la sorpresa. Los seguidores de Javier Calvo y Javier Ambrossi, dos autores que han definido el panorama audiovisual contemporáneo español, no estaban preparados para lo que les tenía preparado esta nueva creación. Estos creadores habían demostrado ser maestros en la creación de escenas dramáticas impregnadas de crudeza, pero siempre en vehículos empapados de un sentido del humor único, como lo vimos en “Veneno” y “Paquita Salas”.

El humor de Calvo y Ambrossi ha sabido leer perfectamente la industria del espectáculo, la cultura popular, y hasta el imaginario trash español. Pero con “La Mesías”, dan un giro radical. Se alejan de la mirada misericordiosa hacia el espectador, esa idea de ofrecer un escape cómico antes y después de tocar fibras sensibles. En lugar de ello, nos presentan una historia que aborda temas profundos y oscuros: la fe pervertida, la maternidad tóxica y la capacidad de los adultos para arrastrar los traumas de la infancia.

 

Otro de los fragmentos de esta intrigante y fenomenal serie. Foto: Fotogramas.

La narrativa de la película se desarrolla en dos planos temporales. En el presente, conocemos a Irene (interpretada por Macarena García) y Enric (Roger Casamajor), quienes huyeron de una madre que afirmaba hablar con Dios y no los escolarizó en su infancia. Su reacción ante la aparición de las Stella Maris, unas hermanas que suben vídeos musicales católicos virales, desencadena la trama. En el pasado, exploramos su infancia y adolescencia, mientras se desvela la historia de transformación y manipulación de Montserrat, su madre, interpretada por Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi en distintas etapas de su vida. Montserrat es una figura inestable cuyo carácter se torna explosivo tras encontrarse con un hombre con un crucifijo en el cuello y una actitud reservada, interpretado por Albert Pla, que cree haber encontrado en ella la luz.

El guion y la dirección de Calvo y Ambrossi se destacan por su capacidad de revelar capas progresivamente y por su inconformismo al mantener un tono constante en la obra. Permiten que los escenarios respiren, y la iluminación se adapta a la trama. Cambian no solo el vestuario sino también la imagen al cambiar de época o de entorno geográfico. Además, abrazan elementos poético-musicales, se sumergen en la angustia de una rave narcótica y exploran la década de los ochenta de manera creativa, presentando a los hijos de la protagonista como Hansel y Gretel en una casa hecha de dulces.

Cartel oficial de “La Mesías”.

 

La versatilidad narrativa de “La Mesías” se manifiesta a lo largo de sus tres etapas, llevándonos desde un drama costumbrista hasta un terror familiar, para sorprender con dos capítulos finales desconcertantes que rompen con las expectativas. Sin embargo, en lugar de generar una obra inconexa, logra mantener la cohesión, lo cual refleja la habilidad de los actores principales, Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi, quienes, al igual que la película en su conjunto, demuestran que el cambio es una constante en la experiencia humana.

Cada plano y línea de diálogo están cuidadosamente calculados, lo que resulta en una obra orgánica con un proceso creativo bien gestionado, sin renunciar a la identidad de los directores. El desenlace de la película promete ser tan memorable como las actuaciones de su elenco, que demuestra ser una producción coral sin eslabones débiles. “La Mesías” es una obra que desafía expectativas y nos muestra a Calvo y Ambrossi como dos genios de la dirección de actores y narradores audaces en el cine contemporáneo español.